Hace unos días hablábamos del déficit que se arrastra, por conocimientos, falta de recursos, de tiempo, etc. y que tiene como consecuencia la fallida implementación de políticas de seguridad en las pequeñas empresas. Por ejemplo, nos referíamos al ‘Panorama actual de la ciberseguridad en España’ realizado por Google del cual se extraía que el 99,8% del tejido empresarial español todavía no invierte en ciberseguridad.

Otro reciente estudio, de la desarrolladora de software global Kaspersky señala que el 64% de las pequeñas y medianas empresas a nivel mundial han sufrido alguna vez un ataque cibernético en sus sistemas informáticos.

Otro de los recientes estudios conocidos, el de Deloitte de comienzos de año, señala que el 94% de las empresas de nuestro país ha sufrido un incidente de ciberseguridad en el último año.

De igual forma el último informe de Cosmomedia asegura que cuatro de cada diez empresas consideran que su página web está obsoleta. Un porcentaje relativamente alto si tenemos en cuenta que hoy en día cualquier marca, empresa, institución… tiene una mínima presencia en la red.
De lo que también se extrae la imperiosa necesidad de actualizar y mejorar la presencia web, un hecho que incluye la necesaria inversión en ciberseguridad.

Es decir, la ciberseguridad ha llegado a tomar un asunto de importancia capital para las pequeñas y medianas empresas por lo que la importancia de implantar estrategias de ciberseguridad es capital a la hora de contar con un mínimo de servicios que protejan los datos personales de los proveedores y clientes. Y esto es capital no sólo para las grandes empresas. Las pequeñas también deben de asumir esta inversión.

Y es que el crecimiento exponencial de ataques se viene acentuando desde 2021, en plena pandemia, ya que los ataques ransomware han aumentado un 253% en comparación con ese año, siendo en este caso las pymes las empresas que más se han visto perjudicadas. Una situación que, sin duda, afecta a la productividad empresarial y pone en riesgo la seguridad financiera de millones de personas.

Si atendemos a estos parámetros estos informes que continuamente alertan de la situación ponen de manifiesto una realidad palpable: que las pequeñas empresas son un claro objetivo de los ciberdelincuentes, principalmente por tener menos presupuesto, menos recursos y, por tanto, ser más vulnerables que el resto.

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